EPIDEMIOLOGIA DEL SARAMPION

ECI Lic. Marisa Paniagua

Hasta que en 1963 fuera creada la vacuna contra el sarampión, casi el 95% de los habitantes de las grandes ciudades adquiría la enfermedad antes de cumplir 15 años de edad (1).
Pero en poco tiempo la historia se revirtió. Cuando en los Estados Unidos aparecieron las primeras vacunas, se logró reducir en más del 89% la incidencia de casos reportados.
A partir de su utilización, la epidemiología de la enfermedad, claro está, cambió notoriamente.

Slot gacor como sucede con otros males, existe un antes y un después de la vacuna. Antes, la mayor incidencia de la enfermedad se registraba en niños de entre 5 y 9 años de edad. Después, sobre todo a partir de 1980, el mayor número de casos quedó circunscripto al universo de niños menores a los 5 años.

En nuestro país (2)

Hasta que en la Argentina comenzó a administrarse la vacuna contra el sarampión –durante 1972- se producía un brote epidémico que cada tres, o cuatro años, afectaba a unas 70 mil personas en cada oportunidad.
Mediante la vacunación masiva, entonces, se logró reducir significativamente el número de casos. Sin embargo, tras la introducción de la vacuna, se registraron dos importantes brotes epidémicos durante los años 1984 y 1991.
El primero afectó principalmente a escolares, adolescentes y adultos jóvenes, marcando un desplazamiento de la enfermedad hacia edades mayores, aunque los mayores índices de incidencia y mortalidad se registraron entre los niños menores a un año: si bien la cobertura de vacunación global alcanzó el 79,9 % de la población en riesgo, el registro oficial observó 32 mil casos. Es decir, quedó declarada una incidencia de 105,4 casos por cada 100 mil habitantes.
Casi una década después, en 1991, el nuevo brote cobró una mayor magnitud que el anterior: con una cobertura de vacunación superior al 91 %, alcanzó una incidencia de 172.8 casos por cada 100 mil habitantes.
Más tarde, en búsqueda de los por qué, los estudios realizados al efecto indicaron que esta situación podría deberse a la interrelación de tres factores condicionantes. A saber:

  1. Falla primaria de la vacuna: en la actualidad, la vacuna utilizada contra el sarampión está compuesta por virus vivos superatenuados y su eficacia es del 90 al 95%. Ello significa que de cada cien personas vacunadas, sólo cinco a diez no desarrollarán anticuerpos protectores y por lo tanto, podrán convertirse en reservorios potenciales de la enfermedad.
  2. Falla secundaria de la vacuna: otros estudios han demostrado que después de 10 a 15 años de haber sido vacunadas, aproximadamente el 10% de las personas pierden los anticuerpos adquiridos, estimándose que tal falla correspondería a sólo un 0,2% de la población inoculada contra el sarampión.
  3. Cadena de frío: siendo un factor prioritario a considerar dado que una falla podría ocasionar la ineficacia de la vacuna administrada en todos los casos debe garantizarse su mantenimiento. En todos sus eslabones: desde el ingreso al país hasta su llegada a los centros de vacunación y por supuesto, a quienes la recibirán.

Patogénesis y modo de transmisión (1)

El sarampión es una enfermedad viral aguda causada por una única cepa de virus RNA, de la familia de los Paramixovirus. Una vez adquirida, la infección genera los anticuerpos que perduran a lo largo de la vida humana.
El virus puede sobrevivir hasta dos horas en pequeñas partículas de secreciones; por lo que la transmisión es aérea. Por otra parte, no se ha documentado la existencia de portadores del virus (ni de reservorios) en animales.

Medidas de Control

Dado que el sarampión es de alta transmisibilidad, cabe destacar la importancia de contrarrestar el riesgo potencial de un brote epidémico entre los trabajadores de la salud y los pacientes. Comenzando por el principio: un caso que no fuera rápidamente diagnosticado -o que no se notifique, como corresponde, a su área laboral- podrá desencadenar un temido brote epidémico. Existen numerosas publicaciones que así lo prueban. (3)(4)
Por lo tanto, resulta de gran interés para todos establecer un programa integral de prevención. Obviamente, antes que un caso ocurra. Lograrlo, no es una tarea menor: implica una participación colectiva de control, una cuota calificada de educación y siempre, una planificación de acciones tendientes a la protección -tanto del personal de la salud como de los pacientes- anticipando un "antes" que haga posible evitar que el riesgo latente no se convierta en la situación de emergencia que genera cualquier brote epidémico.
¿Se puede tapar el sol con las manos?...No, claro que no. Pero sí evitar un brote sarampionoso con medidas preventivas de muy bajo costo. Por ejemplo, ¿porqué esperar que brote el "brote" para plantear la necesidad de vacunar?

Las instituciones de salud deben contar con un programa integral que debe contemplar:


Manejo de las exposiciones (1) (5) (6) (7)

En el caso de presentarse un paciente con diagnóstico (probable o confirmado) de sarampión, es necesario adoptar una serie de medidas con el fin de evitar la transmisión al personal de salud y/o a los demás pacientes internados. Para ello, se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones.

1. Paciente con sospecha o diagnóstico confirmado de Sarampión.

petentes, se deben mantener las precauciones respiratorias hasta siete días después de la aparición del rash. Si el paciente se encontrara inmunodeprimido, las precauciones respiratorias deben mantenerse por el tiempo que dure la enfermedad, ya que generalmente son dispersores de virus por periodos aún más prolongados.

2. Personal y/o pacientes expuestos a un enfermo de sarampión

Una vez que la exposición ha ocurrido, es necesario iniciar "de inmediato" las acciones destinadas a prevenir la transmisión de la enfermedad.
¿A quién se considera "expuestos"? ... A todo aquel que tomó contacto con un paciente con diagnóstico de Sarampión y no utilizó Precauciones Respiratorias.

Además el enfermo debió estar en período de contagio, el que se extiende desde los tres a los cinco días previos a la aparición del rash del paciente y hasta los siete días posteriores a su desaparición.

Como criterio epidemiológico se considera,

En ambos casos es necesario implementar acciones con las personas expuestas -ya sea un caso probable o uno confirmado- y además, tan pronto como sea posible, se deberá identificar a los expuestos (personal y/o pacientes) en el término de tres días a partir de la aparición del rash. Para ello, se deberá:

La presencia de alguno de los tres criterios es buena evidencia de inmunidad.

Para los adultos, también se puede agregar un criterio adicional: haber nacido en 1957, o antes aún, ya que esas personas han vivido sus primeros años durante la era pre-vacuna, cuando sólo pocos niños no contraían la enfermedad. No obstante, si bien este último criterio es recomendable, lo óptimo sería confirmar por laboratorio la inmunidad de las personas.

Colorín Colorado

Pues bien, una vez identificadas a las personas potencialmente susceptibles de contraer sarampión, deberán definirse las medidas preventivas a adoptar:

1. Si el contacto ocurrió dentro de las 72 horas previas, se debe administrar una dosis de vacuna a virus vivos atenuados que, como se recordará, está contraindicada para mujeres embarazadas, personas con inmunidad alterada, alergia al huevo e hipersensibilidad a la neomicina.

2. Si la exposición ocurrió hace más de 72 horas y hasta los 6 días, se debe administrar Gammaglobulina, pues puede prevenir o modificar la infección por Sarampión. La dosis recomendada es de 0.25 ml/ kg (dosis máxima, 15ml) y se utilizará especialmente para proteger a niños menores de 1 año y a quienes están contraindicados para ser vacunados.

Por último, resulta conveniente no olvidar que


Referencias bibliográficas
  1. Williams W, Atkinson W, Holmes S, Orenstein W. Nosocomial Measles, Mumps, Rubella and other viral infections en: MayhallG. Hospital Epidemiology and Infection Control. Williams and Wilkins. Chapter 37: 523-533. 1996.
  2. Gentile A. Sarampion: ¿Que actitud se debe tomar con esta vieja enfermedad? Archivos Argentinos de Pediatria. Vol 96. Nro. 2. Abril 1998.
  3. Davis RM, Orenstein WA, Frank JA, et al. Transmission of measles in medical setting, 1980 through 1984. JAMA 1986; 255: 1295-1298.
  4. ATKINSON WL, Marketing LE, Adams NC, Seastrom CR. Transmission of measles in medical setting - United States. 1985-1989. Am. J Med .1991; 91 (Suppl 3B): 3205 - 3245.
  5. Schmid M, Miller E. Managing exposures to Infection en: Wenzel R. Prevention and Control of Nosocomial Infections. Williams and Wilkins. 3erd. Ed:437-460.1997
  6. Tablan O, Bolyard E, Shapiro C, Williams W. Personel Health Servicesi en: Bennet J, Brachman P. Hospital Infections. Chap. 3. 4th ed. Lippnicott – Raven: 23-52. 1998.